Los cambios reglamentarios del año 1992 llevaron a Lola a diseñar un modelo nuevo, el T92 equipado con impulsores Cosworth XB. Algunos elementos sofisticados fueron prohibidos para mantener costos razonables para los equipos.
Los nuevos motores ocho cilindros en V con turbo deberían tener una cilindrada de 2.670 cm3 y utilizaban metanol como combustible. Con estas especificaciones, los autos de Indy Car alcanzaban una potencia de entre 800 y 850 hp. La capacidad del tanque de combustible fue limitada en 40 galones para mantener el consumo como factor importante. Esto siempre se destacó como rasgo de la categoría.
El Lola T92 de 1992 era convencional, basado en un chasis monocasco. El equipo de Rahal-Hogan resultó ser el campeón de ese año, con un Lola T92 impulsado por motores Ilmor-Chevrolet. El piloto que logró ese campeonato fue uno de los dueños del equipo, Bobby Rahal. Otros equipos competitivos como Newman-Haas y Ganassi usaron el Lola T92 equipado con motores Cosworth XB.
El Lola T93 fue una evolución técnica del desarrollo aplicado en el exitoso T92. Los coches Newman-Haas dominaron la temporada 1993. El piloto Nigel Mansell, quien llegaba a EE.UU. al año siguiente de conquistar el Campeonato de Fórmula 1, tuvo un debut sorprendente en la categoría. Mansell ganó seis carreras y obtuvo excelentes resultados.
Para el año 1994 Lola era el chasis dominante. En la competencia de Indianápolis se presentaron 19 autos T93s y 8 T92s. Lola ocupó 9 de los 10 primeros puestos.
Para la temporada 1995 este dominio llegó a su fin, la entrada de Reynard fue sensacional dejando rezagado a Lola durante varios años.
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