Renault comenzó la era de los motores turbo en el año 1977 y provocó una carrera desenfrenada en lo que a inversión de capitales y desarrollo tecnológico se refiere. La única manera de frenar esa ola de locura técnica fue la prohibición de la FIA sobre los turbocompresores en 1989. Pero en ese período tan recordado de la F1, los franceses de Renault adquirieron valiosísima experiencia, ganando 15 Grandes Premios sobre un total de 123 disputados.
Un turbocompresor consta de una pequeña turbina accionada por los gases de escape del motor. Así la mezcla aire y combustible forzada aumenta la eficiencia y la potencia del impulsor. La pequeña turbina gira a muy altas velocidades y aparece una complicación: el calor. Para esto se requiere la utilización de un intercooler (intercambiador de aire) que refrigera con la consecuencia de añadir peso y volumen al auto.
El Renault RS01 era un diseño convencional desarrollado por Andre de Cortanze. El motor del RS01 era V6 a 90 grados con un solo turbocompresor Garrett. Conforme a las regulaciones de la Formula 1, el motor estaba sujeto a un factor de equivalencia de 2:1, esto significa que un motor aspirado de igual cilindrada producía la mitad de la potencia.
Mientras los motores normalmente aspirados de 3.000 cm3 alcanzaban una potencia de 500 hp, Renault casi igualaba la potencia con 1.500 cm3 de cilindrada. Pero el RS01 no era competitivo. Debutó en Silverstone en 1977 sin terminar ninguna de las 5 carreras disputadas. En 1978 apenas terminó 5 carreras de un total de 14. El motor no era confiable.
Renault perseveró, luchando para vencer problemas como la pérdida de potencia causado por recalentamiento. Para la temporada 1979 Renault presentó el RS10 con motor biturbo que alcanzaba los 520 hp. El auto contaba con alerones y tratamiento aerodinámico para lograr efecto suelo y aumentar su performance.
Si bien el auto aún no era muy confiable alcanzó un resultado casi perfecto en el Gran Premio de Francia (de crucial importancia por ser la tierra de Renault). Los pilotos de la marca del rombo Jean Jabouille y Rene Arnoux llegaron en primer y tercer puesto respectivamente. Esta carrera mostró un espectacular duelo por el segundo lugar entre el Ferrari de Gilles Villeneuve y Rene Arnoux ver VIDEO.
Hacia 1980 Renault era un equipo mejor consolidado y más respetado. El coche de aquel año era el RE20, con líneas más armónicas y algo más de potencia en sus motores. Renault ganó tres Grandes Premios en 1980 y su piloto sensación, el recién llegado Alain Prost, repitió aquel número de triunfos con el RE30 en 1981. El motor todavía mantenía modestos 540 hp, por lo que deberían llevar el desarrollo a otro nivel.
La temporada 1982 fue más de lo mismo. Si bien consiguieron tres victorias con el Renault RE30B, el auto abandonó antes de tiempo en el 60% de sus presentaciones. El auto recibió mejoras en el chasis y turbos más grandes para aumentar su potencia hasta los 650 hp.
La inconsistencia persiguió el RE40 también en 1983, cuando Alain Prost ganó cuatro carreras pero no pudo alcanzar el campeonato, que fue ganado por Nelson Piquet y su Brabham. El piloto francés estaba molesto. El equipo Renault utilizó a Prost como chivo expiatorio y lo despidió.
Lo que Renault decía ser “culpa del piloto”resultó no ser así, ya que sin Prost en 1984 no ganaron ni un solo Gran Premio. El RE50 de 1984 tenía 750 hp, pero sus problemas de consumo de combustible y la suspensión delantera sospechada de inestable y proclive a accidentes no ayudaron.
El RE60 tenía potencia en abundancia de dos nuevos motores disponibles: el EF4 de 760 hp y el EF15 que llegaba a los 810 hp en carreras y hasta sorprendentes 1000 hp (con aumento de “boost”) en las calificaciones. Ninguna versión de este auto era exitosa, aunque en 1985 la escudería Lotus 79 ganó carreras con motores turbo comprados a Renault.
El equipo francés había introducido nuevas tecnologías que marcaron una era siempre recordada de la Fórmula 1. Renault dejó algunos récords para el recuero de los fanáticos del automovilismo deportivo.
© Adrián Blanco 2006 – Prohibida la reproducción total o parcial de texto y/o imágenes sin consentimiento explícito por escrito del autor.